Martes 26 de septiembre. Plaza de toros de Algemesí. Lleno en tardemuy calurosa. Novillos de Aida Jovani, bien presentados y de juego notable.  El cuarto, Rosquillo de nombre, fue premiado con la vuelta al ruedo. Porta Miravé, de la escuela de Huesca(malva y oro), palmas tras aviso. Martín Morilla, de la escuela de Arlés (azul y oro), silencio tras tres avisos. Pedro Lima, de la escuela de Lima, (blanco y plata), palmas tras dos avisos. Alvaro Cerezo,  de la escuela de Valencia (corinto  y azabache), dos orejas y rabo. Alejandro González,  de la escuela de Albacete (nazareno y oro) ovación tras aviso. Entre las cuadrillas puso un buen pan, José Arevalo. Y lidió con templanza Javier Perea. Presidió Carlos Rubio, de la comisión taurina.

Enrique Amat, Algemesí 

Se conmemoraba  un nuevo aniversario de la cogida mortal que sufrió Francisco Rivera Paquirrien la plaza de toros de Pozoblanco. Además de su recuerdo, no era baladí traer a la memoria sus enseñanzas. De ese torero profesional, entregado a lo que más le gustaba, con un gran espíritu de sacrificio y siempre haciendo gala de la cultura del esfuerzo, del sacrificio, del luchar por mantenerse en el puesto que tenía en el escalafón.

Como dice Vicente Ruiz, el Soro, fue un ejemplo de lo que es el sentido de la responsabilidad y de la profesionalidad. Esta es precisamente la enseñanza que tienen que tomar los ahora aspirantes que quieren llegar a ser alguien en esta maravillosa profesión. Y profundizar en lo que fue la trayectoria profesional de Paquirri.

Lo mismo que fue honrada, honesta y esforzada la trayectoria del espada valenciano Ricardo de Fabra, que nos dejaba por la mañana. Un torero  de notable cartel que marcó una época en el toreo en Valencia y a quien se despedía con tanto cariño como emoción y sentimiento.

El aficionado, a mediodía, pudo degustar un excelente arroz, cocinado por Fernando, en la peña Kasidebaes, disfrutando de la hospitalidad y la compañía de los amigos y de la visita de ese excelente bodeguero que es Luis Corbi.

Luego, además, la tarde resultó, en gran medida  por el excelente juego de los novillos de Jovani y la actuación de un torero  de la tierra, como Álvaro Cerezo, quien triunfó al igual que lo hicieron dias precedentes sus paisanos Juan Alberto Torrijos y Nek Romero. Algemesi está de .enhorabuena

Los novillos de Aida Jovani dieron un excelente juego. Abrió plaza Finito, negro y bien presentado, codicioso, encastado y repetidor hasta decir basta,.con fijeza y humillando. Fue un ejemplar de nota. Al segundo, del nombre Mangalarga, aún siendo noble y obediente y perseguir las telas con celo, le faltó un poquito de entrega. Pero fue otro novillo de alta nota.

El burraco tercero se movió incansable y se desplazó, aunque sin fijeza y con el defecto de salir siempre con la cara por encima del estaquillador. El cuarto, burraco, encastado y muy repetidor, asimismo fue un ejemplar de muy alta calificación. Y el cierraplaza, Ligero de nombre, se desplazó, aunque algo rebrincado, le costó algo más y no terminó de humillar.

 Porta Miravé, de la escuela de Huesca,saludo con faroles de rodillas a su oponente. Luego le muleteó con buenas formas, tras abrir la faena de rodillas en el tercioFirmó un trabajo compuesto, cumplidor y ligado, aunque pareció faltar un poquito más de pimienta. Algo frío  y desapasionado, aquello no terninó de tomar vuelo .

 Martín Morilla,  de la escuela de Arlés, hizo una faena presidida por las buenas formas, el asentamiento de plantas, el sentido de la ligazón y el temple. Luego, eso sí, se eternizó con los aceros, y dió tiempo a que sonasen los infamantes tres avisos.

Pedro Lima, de la escuela de Lima, puso de manifiesto ser un torero enterado y con oficio. Pisó los terrenos de la plaza con seguridad y aplomo. Muleteó fácil y ligado, con fondo y reposo. Al final de la faena fue seriamente volteado en un exceso de confianza. Mató de una buena estocada.

 Alvaro Cerezo,  de la escuela de Valencia, vestía su primer traje de alamares. A pesar de su evidente bisoñez, muleteó con prestancia, apostura y un cierto sello. Un trasteo expresivo, con sentimiento y un aroma de torero especial y distinto. Los apuntes fueron de alta nota. Se abrió un crédito.

Alejandro González,  de la escuela de Albacete, plantó cara a su novillo en una labor seria, esforzada y profesional, siempre creciendo, que no tuvo remate con las armas toricidas.

CRONICA de Enrique Amat

Fotografias de Mateo de Tauroimagenplus.com