Sábado, 28 de mayo de 2022. Plaza de toros de Bocairent. Dos tercios de entrada en tarde espléndida. Toros de Juan Tassara para rejones y de Núñez del Cuvillo, con suficiente cuajo y de excelente juego. El rejoneador Mario Perez Langa, vuelta al ruedo y silencio. Paco Ureña (ceniza y oro), oreja y dos orejas. Roca Rey ( verdemar y plata), dos orejas y dos orejas y rabo. Actuó como sobresaliente Jorge Martinez Paquiro ( verde botella y oro), atento en los quites y muy bien colocado. Entre las cuadrillas lució por su templada brega David Adalid. Presidió la concejala Mari Luz Pascual asesorada por Antonio Puchol.
Enrique Amat, Bocairent
La plaza de toros de Bocairent fue escenario de una corrida de toros organizada por la empresa Bous al Carrer a cuyo frente está Gregorio de Jesús junto con los componentes de la ganadería Martí.
Un festejo de lujo, en esta plaza valenciana que se está convirtiendo en un auténtico referente y verdadero santo y seña de los toros en la provincia de Valencia. El apoyo del ayuntamiento, y de las dos peñas taurinas locales como la Peña Hermanos Espla y la Asociación Taurina de Bocairent hacen posible este pequeño milagro digno de ser exportado a otras plazas de otras provincias y comunidades.
Ayer la gente tuvo su ración de ídolo, y lo amortizó. Aunque, eso sí, faltó gente en los tendidos. Apenas dos tercios del aforo cubiertos, cuando el cartel merecía más.
El encierro de Núñez del Cuvillo estuvo bien presentado para este tipo de festejos. Y los dos toros de rejones cumplieron.
El colorado ojo de perdiz que abrió plaza, cuajado y muy cómodo de pitones, resultó tan noble y repetidor como obediente. Apenas se le puso el refilonazo en varas, pero tomó las telas con nobleza y templanza. Con todo, tuvo poco gas, fue a menos y se apagó pronto. El también colorado segundo, lustroso y escaso de defensas, apenas recibió un refilonzo en varas. Luego tuvo tranco y motor, y embistió con su punto de exigencia.
El negro cuarto, con muchísimo lustre y poca cara, fue noble hasta decir basta. Obedeció los toques con franciscana bondad y dio un juego excelente para el torero. El también negro quinto, largo, con lustre y engatillado de cuerna, apenas sangró para un análisis en varas. Obedeció los toques, humilló, aunque tuvo escaso celo y tendió a acortar los viajes.
Para rejones se lidiaron dos astados de Juan Tassara. El primero, muy terciado, dio un excelente juego. Acometió con celo a las cabalgaduras sin descanso, tuvo celo, prontitud y fue un ejemplar de nota. Y le costó de salida al cierra plaza, que se refugió en tablas y buscó siempre la defensa de los terrenos de adentro. Muy resentido por el segundo rejón, se rajó pronto.
El rejoneador aragonés Mario Perez Langa ocupaba el lugar del lesionado Pablo Donat. Mario hizo gala de su espectacularidad y sentido de comunicación con el público. Aprovechó las excelentes condiciones de su primero para firmar una labor en la que comunicó muy bien con los tendidos. Espectacularidad, exposición y clavando siempre reunido y arriba. Sobresalió al cabalgar a dos pistas, en el tierra tierra, y en los quiebros y requiebros. Mató de un rejonazo de efectos contundentes.
Tuvo mucho mérito su apertura de faena al sexto, al que le ganó la acción y le pisó terrenos de compromiso para colocarle dos rejones de castigo a pesar de estar aquerenciado en tablas. Luego tuvo que ganarle siempre la acción, y exponer ante un rajado antagonista. Se vio obligado a abreviar ya que su oponente estaba muy resentido y se apagó. No pudo colocarle un rejón de muerte y tuvo que rematarlo pie a tierra.
El coletudo murciano Paco Ureña, a quien muchas empresas han dado la espalda en estos comienzos de temporada, puso de manifiesto encontrarse en un buen momento. Muleteó con limpieza, pausa y templanza a su primero, en un trabajo entonado y suficiente.
Y también trasteó a placer, con templanza y limpieza al cuarto, en una labor de largo metraje sobrada de mensaje, que remató de una estocada algo desprendida de efectos fulminantes.
Y el peruano Andrés Roca Rey, quien está consiguiendo triunfos importantes en todas las ferias, y a quien era un lujo verle hacer el paseíllo en la ensolerada plaza de Bocairent. Firmó un lucido quite a su primero, al que muleteó con sentido de las distancias en una labor que tuvo una gran comunicacion con el público. Suficiente y sobrado, cumplió con lo que de él se esperaba.
Y el prólogo de su faena al quinto se basó en una serie de estatuarios mirando al tendido. Luego rubricó una faena a placer. Una labor marca en la casa, en la que levantó al público de sus asientos, echando mano de su personal repertorio, y en la que los aficionados acabaron coreando el grito de torero torero. Mató de una estocada corta muy desprendida. Eso sí, de efectos fulminantes.
Cronica de E. Amat
Fotografias de Litugo










