Viernes, 21 de julio de 2023. Plaza de toros de Valencia. Dos tercios de entrada en tarde bochornosa. Toros de Juan Pedro Domecq, de desigual, presentación, nobles, mansos y desfondados, salvo el quinto. El Juli (corinto y oro), saludos y silencio. Román (burdeos y oro), silencio tras aviso y oreja. Tomás Rufo (tabaco y oro), silencio tras aviso y silencio. Entre las cuadrillas saludó tras banderillear al sexto Fernando SánchezOle . Presidió Luis Maicas, con criterio. Pesos de los toros por orden de lidia: 576, 556, 512, 570, 520, 572 kilos.

 Enrique Amat, Valencia

Decía el escritor Gabriel García Márquez que una crónica es un cuento que es verdad. Pues en esta crónica vamos a tratar de contarles este cuento verdadero. O al menos intentarlo.

Una de las dos corridas estrella del abono quedó desbaratada por las circunstancias. Lo de Manzanares ya se sabía hacía semanas, y la gente lo había interiorizado, a pesar del mutismo de la empresa. El alicantino volverá el 5 de agosto en Huelva. Lo de Morante se supo la tarde anterior al festejo. Y el cartel quedó en nada. Bueno tampoco es eso, porque los dos sustitutos, dos coletudos con su interés, cubrían unas ausencias por otra parte difíciles de asumir para el aficionado.

Es un dicho que ha tomado carta de naturaleza en el toreo aquello que asegura que unos firman las corridas y otros las torean. Este es el caso de Roman, quien había quedado inicialmente fuera del abono, de manera sorprendente, y también de Tomas Rufo. Luego, los toros dieron al traste con el espectáculo.

Y es que el encierro de Juan Pedro Domecq volvió a protagonizar una tarde para olvidar en Valencia. Y van…

Grandón el negro, listón y cabezón que abrió plaza, que no estuvo sobrado de fuerza. Noble, con fijeza y obediencia, aunque justo de poder y ayuno de emoción. El negro segundo empujó con un solo pitón en el caballo. Repuchandose y echando las manos por delante, se salió suelto de sus encuentros con las plazas montadas. Se dolió en banderillas y llegó al tercio final también con nobleza, repitiendo con son pastueño aunque escaso de todo. Con algo de pies salió de chiqueros el castaño y listón tercero. Apenas se le picó en el caballo, del que se salió suelto y rajado. No se tenía en pie. Bueno, para el torero por su comodidad, y sin ningún interés para el aficionado. Blandeó y fue muy protestado el negro cuarto. Un muro que no se tenía en pie.

Muy terciado el quinto, que se fue con alegría al caballo, aunque sin cobrar mucho. Luego tuvo prontitud, alegría y buen galope en la muleta. Un buen toro. El sexto renegó en varas. Le castigaron muy duro y luego se apagó pronto. Embistió al tran tran,, a la defensiva y agonizante.

El Juli quiso someter por abajo en su apertura de faena al primero. Luego su trabajo, destajista y de larguísimo metraje, no alcanzó vuelo. Julian quiso vender la mercancía, pero aquello no pasó de la discreción. Mató de un metisaca en los bajos y un pinchazo. 

Y lo intentó ante las protestas y muestras de desagrado del respetable ante el cuarto, con el que finalmente tuvo que abreviar. Muy a su pesar. Pero ahí no había toro que lidiar.

Román se había quedado inicialmente fuera de los carteles, de una manera sorprendente, aunque la empresa le prometió la sustitución de Manzanares, si esta finalmente se producía. Como así fue. El rubio coletudo liceísta de Benimaclet, quien sorprendentemente no tiene excesivos contratos en lo que resta de temporada, se encontró con una buena oportunidad.

Frente a su primero muleteó con templanza y cuando hizo falta, supo acortar los terrenos y las distancias para pegarse un arrimón ante la escasa raza de su oponente. Falló con las armas toricidas.

Saludó con dos largas de rodillas a su segundo. Tras una diana floreada de El Soro, inició su faena con las dos rodillas en tierras en el platillo de la plaza, mostrando su plausible actitud. Luego su faena, de sincera entrega, notable esfuerzo e de irreprochable disposición, fue agradecida por los tendidos. Mató de una gran estocada.

Tomás Rufo saludó con una larga ac su primero. Luego se perdió en una labor de larguísimo metraje, tan afanosa y tesonera como escasamente rutilante.

Tuvo impronta su saludo capoteril al cierra plaza, con el que volvió a firmar un trabajo tan voluntarioso como falto de brillo y relieve.

Cronica de Enrique Amat

Fotografias de Mateo de Tauroimagenplus.com

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