Domingo 9 de octubre.  Plaza de toros de  ValenciaCerca de media entrada en tarde soleada.  Novillos de Enrique Martín y El Tajo  (3 y 4),  bien presentados y en general muy manejables, salvo quinto y sexto. Miguelito (blanco y azabache), oreja y saludos. Diego García, (blanco y oro), oreja y vuelta al ruedo.Alvaro Burdiel,  (berenjena y oro), oreja y oreja. Entre las cuadrillas destacaron las  brega de Sergio Pérez al primero y El Ruso al segundo. El Puchano picó bien al cuarto.El Ruso y Victor Perez saludaron tras parear al quinto y Rubén García hizo dos providenciales quites de peligro en el sexto. Presidió Pedro Valero.

Pesos de los novillos por orden de lidia: 533, 499, 455, 525, 538 y 530 kilos.

Enrique Amat, Valencia

El día de la fiesta grande de la Comunidad Valenciana se conmemoró en esta ocasión con una novillada, y a falta de la corrida de toros programada para el miércoles. 

A pesar de las amenazas climatológicas, el tiempo respetó. La novillada con picadores programada ayer en la plaza de toros de Valencia contaba con el debut de dos espadas de los que más relevancia tienen en el actual escalafón novilleril, junto con la repetición del valenciano Miguelito, quien había triunfado en mayo en esta misma plaza.

Los novillos de Martín Arranz y El Tajo, bien presentados, sobrados de romana y de muy variados pelajes, ninguno de ellos negro, dieron un juego más que manejable. Castaño y bociblanco el primero, con lustre y serio por delante, aunque muy escaso de fuerza. Tomó las telas con nobleza y bondad, si bien justo de raza y de fuerza.

Tampoco anduvo muy sobrado de fuerzas el también castaño y bociblanco segundo, que se dejó pegar en varas. Al igual que su hermano anterior, embistió con nobleza, calidad y buen son  aunque escaso de motor. Dejó estar y fue mejor para el torero que para el aficionado.

Más cara tenía el castaño claro tercero, veleto y vareado, que no se empleó en el caballo. En el tercio final también se fue a los engaños con nobleza y bondad, pero para no perder la tónica de sus hermanos, resultó tan noblón como justo de raza, y aún asorepitió sus embestidas. 

El jabonero cuarto, bien hecho, colocado de cara y astifino, salió muy distraído y corretón de  chiqueros. Escaso de fuerza, se empleó en el caballo. Luego fue facilón, fue y vino incansable aunque soltando la cara. Un toro era el quinto, de seria expresión, que resultó deslucido. Muy agarrado al piso y aplomado no se empleó en ningún momento.  Y cuajado y también castaño el sexto, que se dejó pegar en el caballo y apretó en banderillas. Luego se quedó más debajo y midiendo, desarrolló sentido y acabó por hacerse el amo del ruedo

Miguelito firmó una faena de torera expresión, limpia, templada y pausada al que abrió plaza. Pulcritud y aseo fueron los ingredientes de una labor de torero que va cogiendo sazón. Mató de una estocada defectos contundentes.

Se fue a la puerta de chiqueros a recibir a su segundo, al que luego le dió dos largas en el tercio. Luego interpretó un trabajo intermitente, que brindó a su cuadrilla, en el que consiguió buenos momentos en una faena que no termino de tener remate con los aceros.

Diego García, coletudo de San Sebastián de los Reyes, que cuenta en esta temporada triunfos en plazas como Madrid y Zaragoza, se mostró como un torero enterado y con oficio, muy placeado y que sabe torear. Manejó las telas con seguridad y aplomo  y mató de una estocada entera. Brindo el quinto a El Soro, que volvió a tocar otra diana floreada, y también anduvo sobrado y suficiente, en un trabajo de torero capaz en el que estuvo por encima de las nulas condiciones de su antagonista.

Alvaro Burdiel,  espada nacido en Sevilla aunque formado en Madrid, y a quien apodera Ortega Cano, firmó un rutilante saludo capoteril a su primero. Las dos medias fueron de cartel. Brindó su faena al excelente aficionado valenciano Juan Ferrández, y el Soro le tocó una diana floreada. El prólogo de su faena fue con estatuarios rodillas en tierra. Ya de pie se quedó muy quieto y compuso un trasteo sobrado de apostura y expresión. Faena justa y medida y de excelente concepto. Lució asimismo por su expresión y toreo a dos manos y mató de una estocada de excelente ejecución.

Brindó la faena del cierra plaza a Ortega Cano. La comenzó genuflexo, pero al segundo pase el toro hizo por él y le cogió con saña. Luego le planto cara con una emotiva disposición y sincera entrega, aunque el novillo no dio ninguna facilidad. Lo mató de una estocada arriba.

Cronica de E. Amat

Fotograias de Mateo de Tauroimagenplus.com