Domingo, 3 de octubre de 2021. Plaza de toros de Chelva. Aceptable entrada en tarde lluviosa. Erales de Los Chospes, bien presentados y de buen juego. Encastados  y exigentes, sirvieron pero resultaron una prueba para los alumnos. Alejandro Núñez, de Citar Guadalajara, oreja. Javier Aparici, de la Escuela de Castellon, oreja. Borja Navarro, de la Escuela de Tauromaquia de Valencia, dos orejas tras aviso. Emilio Ricaud, de Citar Guadalajara, dos orejas tras aviso. Daniel Artazos, de la Escuela de Tauromaquia de Valencia, silencio tras petición. Alvaro Cerezos, de la Escuela de Tauromaquia de Valencia, dos orejas y rabo. Entre las cuadrillas destacó la lidia de Javi Camps, Nek Romero lució con los palos y Alvaro Coso en el manejo de la puntilla. Presidió Manuel Rodríguez El Exquisito asesorado por Pepe Espinar.
Enrique Amat, Chelva 
Con un buen ambiente en los tendidos se celebró la segunda de las dos novilladas organizadas por la escuela de tauromaquia en la plaza de toros de Chelva, en colaboración con la nueva peña taurina de Chelva. Una excelente iniciativa para fomentar la fiesta de los toros. Y que los aspirantes tengan la oportunidad de lucir sus habilidades y los progresos que van realizando en esta profesión. Sobre todo en esta época, en la que se está viviendo una carestía de festejos.
De nuevo fue un privilegio poder pasear por Chelva y sus calles, vivir al ambiente del la localidad, tomar el aperitivo, comer, y compartir tertulia con viejos amigos. Y gente como el aficionado italiano Gabriel, que llegó a Chelva ilusionado por volver a presenciar un festejo.
Luego en la plaza, que luce remozada y en perfecto estado, los erales de Los Chospes, propiedad del ganadero manchego Fernando Moreno, volvieron a dar juego.
El colorado primero estuvo muy bien presentado. Galopó con celo a los engaños y no paró de embestir con celo y transmisión. El también colorado y guapo segundo embistió, pero tuvo una evidente querencia los adentros, y claudicó más de la cuenta y defendiéndose. Más alto y silleto el descarado tercero, que se dolió mucho en banderillas, pero llegó al tercio final embistiendo, repitiendo las embestidas con transmisión y su punto de casta.Mucho cuajo tenía el cuarto, quien exhibió las virtudes de la transmisión y la repetición de las embestidas Tuvo mucho poder. El quinto, que también tenía su trapío, resultó áspero, soltó la cara y embistió a oleadas. Fue un ejemplar muy exigente y que desbordó a su matador. Luego, incluso con una estocada hasta las agujas, hizo hilo a su matador apretándole desde los medios hasta las tablas. Y el negro sexto, más terciado, también quiso embestir en todo momento, metió la cara, obedeció los toques y repitió en los engaños. Encastado, bravo y repetidor.
Alejandro Núñez, de Citar Guadalajara,  perfectamente vestido de torero, y acompañado de su profesor, el matador de toros Luis Miguel Encabo, lanceó con son y buen aire al que abrió plaza. Banderilleó con desigual fortuna y comenzó su faena con pases de rodillas en el tercio. Luego con la muleta no terminó de acoplarse a las encastradas embestidas de su oponente. Dió muchos muletazos, pero ayunos de mando y  sometimiento. Mató, eso si, de una buena estocada.
Javier Aparicio, de la escuela taurina de Castellon, es un espinado espada quien muleteó con buena concepto en un trabajo entonado que no terminó  de tomar vuelo.
Borja Navarro, de la Escuela de Tauromaquia de Valencia, planteó una faena de sometimiento y mano baja, siempre bien colocado y llevando muy enganchado a su oponente. Su trabajo, macizo y torero, tuvo excesivo metraje, aunque tuvo mucho mensaje.
Emilio Ricaud, de Citar Guadalajara, comenzó su faena toreando por bajo con torería y sabor. Ligó los muletazos presidido por la compostura y el asentamiento y la firmeza de plantas. Fue volteado en dos ocasiones sin perder la cara al astado.
Daniel Artazos, de la Escuela de Tauromaquia de Valencia, no pudo acoplarse en el capote con el que le tocó en suerte. Banderilleó con desigual fortuna y en el tercio final se enfrentó a un novillo con mucho poder, que embistió a oleadas, siempre llevando la cara por las nubes y sobrado de poder. Le plantó cara con gallardía y al final pudo matarlo de una buena estocada después de sufrir una fuerte voltereta.
Alvaro Cerezos, de la Escuela de Tauromaquia de Valencia, llegó arropado por un autobús de seguidores de Algemesí. Lanceó con vistosidad y variedad con el capote. Compartió tercio de banderillas con sus paisanos Nek Romero y Alberto Torrijos. Firme, pausado, paciente y compuesto, manejó los engaños con sentido de la ligazón y templanza. Dejó siempre la muleta puesta, adelantando el engaño, pulseando y llevando al novillo cosido a los vuelos de la muleta. Causó una magnífica impresión.
Amenizó el espectáculo de la charanga La Patalea de Tuejar, que firmó otra muy notable actuación.

Cronica de E.Amat

Fotografias de Mateo de tauroimagenplus