TORERÍA Y AUTORIDAD
Sábado, 30 de marzo de 2019. Plaza de toros de Castellón. Lleno en tarde de nubes, sol y de muy fría temperatura. Toros de Domingo Hernández y Garcigrande (2, 3 y 4), de muy desigual presentación y juego. Los mejores, tercero, cuarto
y sexto. Morante de la Puebla (grana y oro), saludos y vuelta tras aviso. El Juli (tabaco y oro), saludos y saludos tras aviso. Miguel Ángel Perera (carmesí y oro), oreja tras aviso y oreja. Entre las cuadrillas saludó tras banderillear al sexto Javier Ambel. Presidió Vicente Oliver. Pesos de los toros por orden de lidia: 551, 539, 497, 501, 495 y 503 kilos.

Tras el ciclón que se desató en Castellón el viernes con la devastadora actuación de Roca Rey, uno de los grandes
atractivos del cartel de ayer sábado era, para muchos aficionados, la actuación de Morante de la Puebla, uno de los toreros de culto que quedan en el escalafón.

Un torero de una personalidad distinta. Imprevisible, genial, distinto y diferente, tanto para lo mejor como para lo peor. Con ese su toreo de duende, busilis y similitruqui. Torero de quien siempre se espera que pueda saltar la chispa de la inspiración, del embrujo, del misterio. La torería, el arte y la personalidad. Algo que, como decía Rafael El Gallo: “ lo mandan desde arriba”.
Ayer muleteó con empaque y gusto a su irrelevante primero en una labor, eso sí, vacua y de tanta estética como escaso contenido. Y es que, cuando no hay toro, lo demás no tiene sentido. Y todo queda en un mero esteticismo sin sentido. Mató de un pinchazo y de un feo sartenazo.

Los toros de Garcigrande y Domingo Hernández, estuvieron muy desigualmente presentados. Algunos escasos de remate y pocas defensas, su juego adoleció de escasez de raza.Feísimo, escurrido, cariavacado y sin defensas el que abrió plaza, que salió abanto de chiqueros, y no paro de ir y venir por ahí sin fijeza ni celo. Le pegaron un puyazo muy trasero y se salió suelto de la segunda entrada. Apretó y esperó en banderillas y llegó medio comatoso al tercio final.
Mansote y distraído el corretón y despavorido segundo, al que picaron al relance. Se dolió en banderillas y luego fue y vino, embistiendo siempre rebrincado y soltando la cara, sin clase y sin humillar.El tercero tuvo más pujanza y alegría, y en la parte inicial del trasteo se vino a las telas con prontitud y tranco. Luego se acabó por venir abajo ya que su matador le atacó demasiado y lo sometió mucho al principio de la faena. Pero fue un toro de nota. Abanto, distraído y huyendo de salida el castaño y romo cuarto, que sin embargo luego embistió por nobleza y dulzura, sobre todo por el pitón derecho.
Escaso remate y feas hechuras tenía el quinto, que también salió distraído de chiqueros y le tuvieron que picar al relance por el que hacía la puerta. Acobardado, y huyendo despavorido hasta de su sombra, embistió al tran-tran, sin raza ni clase. Y el lustroso castaño que cerró plaza tomó con alegría y prontitud las telas. Sin embargo, duró muy poco, se vino abajo, y acabó queriéndose ir.
El Juli lo intentó ante el segundo, en un trabajo en el que no acabó de estar a gusto frente a su oponente. Le dio muchos
muletazos, pero algo mecánicos y rutinarios. Le tropezaron mucho las telas y aquello no terminó de coger un vuelo.

Y anduvo pegapasista ante el quinto, en una labor de muy largo metraje y escaso mensaje. Pegó muchos pases, quiso siempre, se dio importancia pero su labor tuvo poco contenido.
En cuanto a Miguel Ángel Perera, provocó las primeras ovaciones fuertes de la tarde en su inicio de faena al tercero. De rodillas en el platillo, le dio dos pases cambiados por la espalda y una serie con la derecha de gran transmisión. Luego
le toreó con verticalidad, sentido de las distancias y ligazón, en un trabajo intenso, bien planteado y concebido y mejor resuelto. Arrastró la muleta por la arena y llevó cosido al toro en los vuelos de la misma. Trabajo intenso y vibrante. Autoritario y siempre firme, en el que quizá pecó de atacar demasiado a su oponente. Una media estocada muy trasera abrochó su actuación.

Muy atalonado, asentado y firme en el platillo de la plaza, muleteó al cierraplaza dándole distancias y dejándole refrescar. Poderoso y de nuevo autoritario, anduvo muy por encima del toro, y acabó por acortar las distancias y metido entre los pitones. Mató de una estocada corta.















