TARDE TRIUNFAL EN INIESTA
Domingo 28 de agosto de 2022. Plaza de toros de Iniesta. Más de media entrada en tarde soleada y calurosa aunque con un molesto viento. Toros y novillos de Fuente Ymbro, bien presentados de buen juego. Al quinto y al sexto se les premió con la vuelta al ruedo. Paco Ureña (ceniza y oro), saludos tras aviso, oreja y dos orejas. Alejandro Peñaranda (rojo y oro), oreja, dos orejas y dos orejas y rabo. Actuaron como sobresalientes Miguel Angel Sánchez (coral y oro) y Fernández Rios (blanco y oro). Este anduvo oportuno en quites y firmó uno muy lucido en el sexto. Presidió el alcalde de la localidad, Jose luis Merino.
La empresa Tauromanagement, dirigida por Luis María Garrido, que es a su vez apoderado del novillero Alejandro Peñaranda, organizó la corrida de las fiestas de la localidad conquense de Iniesta en su preciosa y remozada plaza de toros junto con Mare Nostrum Arena de Nacho Lloret.
Era en el día de San Agustín, cuando se conmemora el aniversario de la cornada mortal de Manolete en la plaza de toros de Linares. Un día luminoso, en el que se pudo vivir la autenticidad de la fiesta en los pueblos. El sabor de la tauromaquia en su más pura expresión. Paseillo de la reina de las fiestas y toda su corte acompañados de la Agrupación musical Iniestense y la Asociación de cornetas y tambores de Nuestra Señora de la consolación de Iniesta.
Trasel desfile de cuadrillas se guardó un minuto de silencio en memoria de Manolete.
Un festejo que se planteó como una corrida mixta con tres toros para Paco Ureña, quien a pesar del percance de Bilbao y su triunfo en aquella plaza hizo el paseíllo. Y tres utreros para el más que prometedor novillero local Alejandro Peñaranda.
Para este espectáculo se lidiaron toros y novillos de Fuente Ymbro, bien presentados y de buen juego. Abrió plaza Escogeperros, lustroso y cómodo por delante. Abanto de salida, apenas se le castigó en varas y luego fue vino en la muleta, dejándose pero sin excesiva clase ni raza.
El primer novillo, Sabueso, castaño, lombardo y bociblanco, se desplazó en el capote. Empujó en el caballo y luego embistió con prontitud, mucho celo y transmisión. Exigió mucho, eso sí, y tuvo el defecto de soltar la cara. Ibicenco, el tercero de la tarde y segundo toro, grandon y engatillado de cuerna, tuvo la virtud de siempre ir para delante pero, rebrincado y protestón, no terminó de emplearse.
El cuarto, Orgulloso de nombre, tuvo fijeza y se vino de largo a los engaños, con alegría y prontitud, aunque tampoco terminó de entregarse. Agitador fue el castaño y alto quinto, que recibió un fuerte puyazo. Embistió con cierta violencia, no pasó, tendió a quedarse corto y se salió suelto de los embroques. Eso sí, tuvo una muerte espectacular, pero eso no justificó que le premiaran con la vuelta al ruedo. Y cerró plaza del novillo de nombre Laminado, que también se dejó pegar en varas. Bravo, encastado, repetidor, fue una máquina de embestir y mereció el indulto.
Paco Ureña muleteó con limpieza, compostura y suficiencia a su primero, en un trabajo cumplidor y en el que supo aprovechar las escasas condiciones de su oponente. Mató de una estocada delantera y un tanto desprendida que necesitó refrendo con el descabello.
Se esforzó ante el incómodo tercero, con el que lo intentó por los dos pitones, consiguiendo momentos de lucimoy sobre todo con la mano izquierda. Mató de una buena estocada.
Y resolvió a base de recursos ante el quinto, en una labor en el que le supo buscar las vueltas a su oponente, al que mató de una estocada recibiendo.
Alejandro Peñaranda lanceó con espectacularidad y vibración a su primero. Firmó una emotiva apertura genuflexa de faena, prólogo de un trabajo esforzado, en el que plantó cara con disposición y buenas maneras a las exigentes embestidas de su antagonista. Mató de media lagartijera que bastó.
Lució por su colocación y sentido de la ligazón ante el cuarto, en una labor presidida por la voluntad y los buenos deseos y que quizá prolongó en demasía. Mató, eso sí, de una gran estocada.
Brilló en su saludo capoteril al cierra plaza, al que le dió hasta ocho verónicas y media. Emotiva fue la apertura de faena con pases cambiados por la espalda en la boca de riego. Luego su faena tuvo emoción y buen fondo, aunque no era fácil estar a la altura de las excepcionales condiciones del novillo, que incluso mereció el indulto. Lo mató de una estocada de efectos fulminantes. Se abrió un amplio crédito para el futuro.
Crónica: Enrique Amat
Fotografías: Mercedes Rodríguez











