Sábado, 11 de marzo de 2023. Plaza de toros de Valencia. Más que aceptable entrada en tarde soleada y primaveral.  Erales de Jandilla, bien presentados, variados, de pelaje y de buen juego. César Fernàndez “El Quitos”, (barquillo y oro), de México, alumnos de la escuela, taurina de Beziers, vuelta tras petición. Ignacio Boné, ( verde y oro) de la escuela taurina Oscense, saludos tras aviso. Samuel Navalón, (tabaco y oro), de la escuela taurina de Albacete, oreja tras aviso. Alberto Donaire, (rosa y azabache) de la escuela de tauromaquia de Valencia, ovación. Javier Aparicio, (corinto y oro), de la escuela taurina de Castellón, silencio tras aviso. Martin Morilla, (azul pavo y oro), de la escuela taurina de Sanlúcar, silencio tras aviso. Entre las  cuadrillas destacaron con los palos Alfredo Cervantes y Medhi Savalli. Presidió Luis Maicas.

Enrique Amat, Valencia

Comenzó la feria de fallas de Valencia con una novillada sin picadores con participación de alumnos de diversas escuelas de tauromaquia.  Un festejo que ya ha tomado carta de naturaleza en los ciclos feriales valencianos, y que supone toda una bocanada de aire fresco por lo que significa en la promoción de la fiesta de los toros.

Hasta seis alumnos, de los más aventajados de los diversos centros, hicieron el paseíllo para poner de manifiesto los progresos que están experimentando en su aprendizaje de la profesión.

Los erales de Jandilla, elegidos como prueba, cumplieron por su presentación y juego. Bien presentado, terciado y algo playero el que abrió plaza, que se vino con alegría con los engaños, muy de largo y metiendo la cara. Por momentos exigió y pidió el carnet profesional a su Matador. Pero encastado y con raza, sirvió.

También terciado y bien hecho el segundo, obediente y repetidor, noble y con clase. Muy bonito y bien hecho el colorado tercero, rematado y que fue vino en todo momento. Con todo, en el tercio final, aunque metió la cara, siempre tendió a salirse suelto y a buscar el abrigo de las tablas Manseó más de la cuenta, aunque resultó manejable. Más feo el cuarto, chato y gacho. Fue y vino, aunque algo protestón y agarrado al piso. El espectacular albahío lidiado en quinto lugar, terciado y bien hecho, tuvo prontitud y alegría como virtudes más importantes. Metió la cara con derechura y humillando. Un extraordinario ejemplar. Y con más volumen y menos cara el negro que cerró plaza. Gazaponcete y revoltosillo, al final acabó empleándose.

César Fernàndez “El Quitos”, de México, alumno de la escuela, taurina de Beziers, hijo del matador de toros del mismo apodo, lanceó con variedad. Abrió su faena con pases cambiados con las dos rodillas en tierra en el platillo de la plaza. Luego muleteó con apostura y buen concepto, dejando la muleta muy puesta, quedándose muy quieto y ligando los muletazos. Faena de torero con oficio y conocimiento de la profesión. Estuvo mejor con la mano derecha, ya que con la izquierda no acabo de aclararse con su novillo.

Ignacio Boné, de la escuela taurina oscense, es un espada que ya exhibe una más que sobrada preparación. Con todo su trabajo no pasó de la compostura, en una labor desapasionada, en la que nunca cruzó la raya de la prudencia. Suelto y fácil, el bicorne pareció merecer más. Mató de una estocada rinconera y perpendicular.

Samuel Navalón, de la escuela taurina de Albacete, venía avalado por sus recientes éxitos en Ciudad Rodrigo y Madrid. Sufrió una muy seria voltereta al hacer un quite al segundo de la tarde. Luego se ajustó mucho al torear con el capote. Intensidad, templanza y torería tuvo su prólogo genuflexo de faena. Y técnica, sometimiento y poder tuvo su labor. Trabajo de torero  hecho y puesto. Se sobrepuso a la mansedumbre de su oponente. Siempre firme y asentado, dejando la muleta puesta, llevó  muy embebido los vuelos del engaño a su antagonista.

Alberto Donaire, de la escuela de tauromaquia de Valencia, hizo una bellísima faena el año pasado en octubre en esta misma plaza. Firmó un excelente quite en el tercero. Y luego le supo buscar las vueltas a su complicado oponente, con tanta lucidez como desparpajo y frescura de ideas.

Javier Aparicio, de la escuela taurina de Castellón, abrió su faena en el platillo de la plaza con pases cambiados, aguantando mucho. Luego rubricó una faena de buen corte, ligada y bien construida. Cumplió ante un notable ejemplar.

Martin Morilla, de la escuela taurina de Sanlúcar, se mostró como un torero enterado y con oficio. Se nota que ha toreado mucho en el campo, y pisó la plaza con aplomo y fundamento. Luego fue capaz de ligar los muletazos y exprimir al ejemplar que le cupo en suerte.  Sobresalió toreando al natural con temple, cadencia, apostura y una interesante y expresiva firma. Falló con las armas toricidas.

Cronica de E. Amat

Fotografias de Mateo de Tauroimagenplus.com