Domingo 14 de mayo de 2023. Plaza de toros de Valencia. Un tercio entrada en tarde apacible.Erales de Daniel Ramos, bien presentados y con suficiente cuajo. De juego algo desigual, destacaron por su calidad el quinto y el sexto, Destacado de nombre, que fue premiado con la vuelta al ruedo. Manuel Fuentes Bocanegra, de la escuela de Jaen, vuelta. Ernesto Lorenzo, de la escuela de Almería, oreja. Daniel Fernández El Gali, de la escuela de Málaga, silencio tras dos avisos. Simón Andreu, de la escuela de Valencia oreja. Alejandro Tinoco, de la escuela de Colmenar, saludos tras aviso. Javier Ragel, de la escuela del Puerto de Santa María, dos orejas. Entre las cuadrillas saludó tras banderillear al tercero Bruno Gimeno, al que lidió con gran templanza Juan Alberto Torrijos. Presidió Pedro Madrigal. Simón Andreu fue trasladado al Hospital de Manises para un estudio radiológico.
Enrique Amat, Valencia
La plaza de toros de Valencia fue escenario de una clase práctica organizada por la escuela de tauromaquia de Valencia en colaboración con la empresa del Nautalia, con motivo de la festividad de la Virgen de los desamparados. Una más que plausible la actitud de ofrecer estos festejos de promoción en los ciclos feriales, lo que da oportunidad de comprobar las evoluciones de las nuevas generaciones de toreros.
Los erales del ganadero castellonense Daniel Ramos estuvieron sobradamente presentados para este tipo de festejos. Precioso de hechuras y bien formado el colorado que abrió plaza, que fue un utrero en miniatura. Tuvo nobleza, repitió pastueño y pacífico, aunque sin apreturas y al final perdiendo celo y cortando los viajes. El castaño oscuro, listón y bociblanco segundo también estuvo bien presentado. Tuvo tendencia a apretar hacia los adentros. Noblón, pero algo a la defensiva y siempre queriendo buscar el abrigo de las tablas.
Mucho lustre tuvo el castaño y lombardo tercero. Se dolió en banderillas y luego se aplomó muy pronto y le costó mucho embestir, y cuando lo hizo, fue soltando la cara y asimismo a la defensiva. El cuarto, largo y algo más destartalado, mansón de salida, buscó el terreno de chiqueros. Embistió con brusquedad y descompuesto, con guasa y sabiendo lo que se dejaba detrás.
El feote y bizco quinto dio un notable juego. Metió la cara humillando, con derechura, repitiendo las embestidas y siguiendo los engaños con celo. Y el playero sexto embistió con cierta brusquedad de salida, aunque luego rompió a bueno. Tuvo alegría y prontitud al acudir a los cites, y además tomó los muletazos por bajo y con bravura y transmisión.
Encabezaba el sexteto Manuel Fuentes Bocanegra, en la escuela de Jaen. Se mostró como un torero puesto, con oficio y conocimiento de la profesión. Pero su trabajo, bien concebido, no terminó de tomar vuelo. Largo metraje y escaso mensaje y siempre a menos. Mató de una estocada desprendida y perpendicular.
Ernesto Lorenzo, de la escuela de Almería, lanceó con excelente son y mucha cadencia. El rubio torero banderilleó con espectacularidad. Luego puso de manifiesto un interesante concepto. Manejó las telas con ortodoxia, presentó muy bien los engaños, con limpieza y cadencia. Supo andar por la plaza y no le faltó apostura a su torear.
Daniel Fernández El Gali, de la escuela de Málaga, estuvo bien con el capote, aunque luego con la muleta se amontonó en un trasteo en el que no se cruzó en demasía, y le tropezaron en exceso los engaños. Manejo con desacierto las armas toricidas.
Simón Andreu, de la escuela de tauromaquia de Valencia y natural de la localidad valenciana de Chiva, cumplió con creces con el capote. Luego banderilleó clavando reunido y arriba, y aguantando las descompuestas embestidas de su antagonista, al que le ganó la cara con guapeza. Asentado, muy firme, quedándose muy quieto y ligando los muletazos en un palmo de terreno, firmó un trabajo a base de un toreo de sometimiento y mano baja. Dos serias volteretas no hicieron mella en su decisión. Irreprochable en su enfibrada y sincera actitud.
Alejandro Tinoco, mexicano y alumno de la escuela de tauromaquia de Colmenar, hizo el paseíllo vestido a la usanza charra. Es torero. que exhibió soltura y seguridad en el manejo de las telas, aunque pecó de torear desplazando hacia fuera a su agonista. El epílogo genuflexo en la boca de riego tuvo impronta, aunque luego no acertó a espadas.
Javier Ragel, de la escuela taurina del Puerto de Santa María, a quien acompañó Jose Luis Galloso, firmó una faena en los medios en la que dejó llegar a su oponente con un gran sentido de la ligazón y de las distancias y no exento de templanza. Rubricó con torería.
CRONICA de E. Amat
Fotografias de Mateo de Tauroimagenplus.com
ResponderResponder a todosReenviar |






