Viernes, 25 de junio de 2021. Plaza de toros de Castellón. Lleno de aforo permitido en tarde veraniega. Toros de Alcurrucén, bien presentados, con romana y variados de pelaje, aunque de juego decepcionante. Morante de la Puebla (avellana y oro), silencio y saludos. El Juli (púrpura y oro), oreja y saludos. Pablo Aguado (azul noche y oro), silencio tras aviso y silencio. Entre las cuadrillas destacó con los palos Álvaro Montes. Presidió Vicente Oliver Pesos de los toros por orden de lidia: 534,579,563, 522, 511 y 527 kilos.
Enrique Amat, Castellón
Tras el plato torista de la tarde del jueves, ayer tocaba en Castellón un cartel de lujo. Con toreros de arte y toros sobre el papel de buena nota. Una combinación de interés para el aficionado, que respondió cubriendo casi en su totalidad el aforo permitido del coso castellonense.
Los hermanos Lozano enviaron un encierro sobrado de lustre, con romana y unos espectaculares pelajes. Luego, su juego resultó decepcionante, desrazado y desfondado.
Un dije, bajito y bien hecho fue el colorado albardado y chorreado que abrió plaza. Abanto de salida, echando las manos por delante y escaso de fuerza. Se dejó pegar en el caballo, se dolió y escarbó en banderillas y llegó al tercio final desfondado y muy parado.
El negro segundo, largo, silleto y con mucho cuello, admitió castigo ante las plazas montadas. Tuvo tranco y apretó en banderillas y siempre quiso romper para adelante.
Se paró de salida el castaño y bociblanco tercero, que metió los riñones en varas aunque luego se salió suelto. Se dolió en banderillas donde apretó con genio y temperamento y se medio dejó en la muleta, aunque dijo muy poco.
También silleto el largo y negro cuarto, al que le dio fuerte y mal el piquero de tanda. Llevó la cara por las nubes en banderillas y embistió tardo y rebrincado en el tercio final. Metió la cara entre las manos y en seguida dijo que nones.
Más vareado y caído de riñones el castaño quinto, que también salió abanto de chiqueros. Desentendido y manseando, huyó del caballo e incluso coceó el peto. Sin fondo ni raza, fue y vino por ahí sin dar ningún juego.
Y también manseó de salida y buscó la huida el castaño sexto. Se aplomó tras la suerte de varas, escarbando y rajado, como todos sus hermanos. Se dolió espectacularmente en banderillas y fue un pozo sin fondo. Y encima se tapó la muerte y se lo puso difícil a su matador.
Morante de la Puebla es un espada de quien se espera algo distinto, original, inspirado, siempre por la línea del arte y la personalidad. Para lo peor y para lo mejor. Una originalidad que ya es visible tanto en su forma de andar por la plaza, como en el manejo de las telas e incluso en los ternos de torear que exhibe.
Ayer apenas lo intentó con su primero, en una faena de cortas probaturas refrendada con un sartenazo a paso de banderillas que provocó las muestras de desagrado del respetable.
Firmó una extraordinaria media verónica en un quite al cuarto. Antes de comenzar la faena, Vicente Ruiz el Soro tocó una diana floreada, con compás y acierto. Hubo torería la apertura de faena, aunque luego su antagonista no le dio opciones a pesar de su disposición.
Por su parte, se presentaba como matador de toros en Castellón Pablo Aguado, uno de los espadas de más interés en el escalafón. Un torero todavía nuevo, pero que ha traído las formas de la naturalidad, de la sencillez, del temple y el clasicismo a los ruedos
Tuvo la virtud de cogerle el aire, el sitio y la distancia a su primero, en una labor de empaque, templanza y cadencia. Gusto y medida, en un trabajo en el que supo exprimir las virtudes de su oponente. Luego dió un sainete con el descabello. Y tuvo que abreviar ante el mulo sexto, que se apalancó en la arena y no tuvo un pase. La gente le agradeció la brevedad
Y en medio de estos dos toreros artistas, anduvo la profesionalidad y el poderío de Julián López el Juli. Él está en otra guerra, pero sus armas siguen llegando al aficionado, y manteniéndole en los primeros puestos del escalafón.
Ayer, el Juli anduvo afanoso y tesonero ante su primero, en un trabajo de más tesón que expresión en el que solo al final de la faena despertó el interés de los aficionados. Y es que incluso sonaron más fuertes en las palmas para el trompeta de la banda que para el torero. Y anduvo con deseos y afanes con el descastado quinto, que no le permitió mayor lucimiento.
Cronica de . Enrique Amat
Fotografias de . Mateo de Tauroimagenplus