Jueves, 14 de julio de 2022. Plaza de toros de Valencia. Un tercio de entrada en tarde calurosa. Toros de Luis Algarra, bien presentados, con cuajo y bien armados, que no anduvieron sobrados de casta y cuyo juego resultó desigual. Miguel Ángel Perera (grosella y oro), silencio tras aviso y silencio. Daniel Luque  (blanco y oro), silencio y oreja. Gines Marín  (azul y oro), oreja y petición tras aviso. Entre las cuadrillas lució la brega de Antonio Manuel Punta. Presidió con rigor Jesús Merenciano. Pesos de los toros por orden de lidia: 554, 535, 536, 556, 564 y 553 kilos.

Enrique Amat, Valencia

 Comenzó de manera oficial esta feria de julio, que no de San Jaime, sino más bien del Carmen, con la primera de las tres corridas programadas dentro del abono. Un cartel de buenos toreros, espadas de reconocida solvencia quienes se anuncian en todas las ferias, y frente a un encierro de garantías a priori como el de Luis Algarra, hierro triunfador en sus últimas comparecencias en esta plaza.

Pues lo cierto es que, a pesar de todo, el aforo que registraron los tendidos del coso valenciano fue decepcionante. Más bien, resultó desolador.

Los toros de Luis Algarra, bien presentados y con romana suficiente, muy astifinos y bien armados, ofrecieron un juego variado y desigual.

Volumen tenía el veleto primero, que se durmió en el caballo y apenas empujó. Luego exhibió un evidente fondo de nobleza, aunque con escaso fondo y sin entrega, quedándose corto y parándose en mitad de los embroques, de los que acabó saliendo siempre desentendido.

Parecidas hechuras lució el segundo, un ejemplar que blandeó de salida y que tuvo luego tan escasas fuerzas como nulo fondo y raza. Exhibió una embestida mortecina y escasa de emoción.

Un poco más de brío pareció sacar el más terciado ejemplar que se lidió en tercer lugar, que salió distraído de chiqueros y tuvo que ser picado por el varilarguero que hacía la puerta. No se empleó en el caballo, del que se le salió suelto, y luego escarbó. En banderillas ya cantó la gallina, se reculó  en tablas, escarbó y siempre buscó la huida y el abrigo de los terrenos de dentro. Luego, su matador le ayudó a lucir y consiguió sacar el buen fondo que tenía el toro. 

El cuarto, más rematado y voluminoso, empujó en varas con un solo pitón. Esperó y soltó la cara. Y luego fue y vino por ahí, sin ton ni son, sin emplearse y sin raza. Muy serio el quinto, cuajado y muy armado como todos sus hermanos. Se dejó pegar en varas y luego exhibió buen fondo, metió la cara aunque tuvo su punto de genio. Se apagó pronto, y hubo que sacarle los muletazos uno a uno. Y fue aplaudido de salida el castaño lombardo sexto, que tuvo su punto de genio y aspereza, se desplazó pero siempre punteando los engaños, con brusquedad, sin entrega y quedándose debajo de las telas. Un ejemplar complicado.

Miguel Ángel Perera planteó su faena en el que abrió plaza fuera la de las rayas, en un trabajo de cercanía de terrenos, en el que siempre dejó puesta la muleta en los hocicos de su antagonista, en una labor de muy largo metraje y escaso convencimiento que no terminó de coger vuelo. Y muleteó con displicencia, como a disgusto, al cuarto, en una labor de nulo relieve.

Daniel Luque firmó una lúcida apertura de faena a su primero, aunque su labor, ante las escasas condiciones de su oponente, quedó en meras probaturas.

Y tuvo impronta su apertura genuflexa de faena al quinto, con el que firmó un trabajo de disposición, firmeza, asentamiento y cercanía de terrenos. Saco más partido de lo que tenía el toro, y le supo buscar las vueltas con profesionalidad y suficiencia.

Gines Marín lanceó a la verónica con cadencia y apostura. Luego, con la muleta, tuvo la virtud de ir metiendo poco a poco en los vuelos de la muleta a su antagonista, que de su distracción inicial pasó a meter la cara con celo, fijeza y repetición. Una labor de torero fresco de ideas, con sitio, en buen momento, y que contribuyó a levantar del tedio a los espectadores.Y lo intentó sin desmayo ante el sexto, en un trasteo  en la que siempre quiso aunque no terminó de poder. Con todo, no se aburrió, le supo buscar las vueltas al astado y fue arrancándole muletazos aprovechando sus inercias. Faena de muy largo metraje y desigual mensaje. Mató de una estocada muy desprendida.

Cronica de E. Amat

Fotografias de Mateo de Tauroimaenplus.com