Domingo, 27 de marzo de 2022. Plaza de toros de Castellón. Tres cuartos de entrada en tarde de sol, frío y aire algo molesto para los toreros. Toros de Jandilla y Vegahermosa (6), correctamente presentados, variados de pelaje y de juego manejable. Tuvieron su punto de raza y destacó por su calidad el quinto. Morante de la Puebla, (celeste y oro), saludos tras petición y oreja. José María Manzanares (ceniza y azabache), oreja y dos orejas. Juan Ortega (verde botella y azabache), silencio tras aviso y silencio. Entre las cuadrillas destacó picando Francisco María, con los palos Daniel Duarte, Juan Jose Trujillo y Abraham Neiro y Pascual Mellinas por su oportunidad quites. Presidió Vicente Oliver. Pesos de los toros por orden de lidia: 563, 541, 559, 525, 531 y 554 kilos.

Enrique Amat, Castellón

Concluyó la feria de la Magdalena de Castellón y por fin asomó el sol. Ha tardado, pero bueno, todo llega. Y después de la borrachera triunfal del día anterior, la gente tenía ganas de toros, de disfrutar de una buena tarde, tanto en lo taurino como en lo climatológico. Porque el sol finalmente no quiso perderse, por lo menos, la última corrida del abono y el Magdalena Vítol. Y los aficionados lo agradecieron, porque después de tanta nube y tanta lluvia, daba gusto ver el sol primaveral asomándose a los tendidos de la plaza.

Decía Marcial Lalanda, y no le faltaba razón, que en el toreo se puede aprender todo. La técnica, el oficio, la profesionalidad, incluso adquirir valor a base de seguridad y recursos. Pero que el arte es un don de Dios y que lo manda desde arriba.

Pues desde ahí arriba se lo debieron enviar a Morante hace ya muchos años. Y al final, en el toreo lo que se paga es la personalidad, el ser distinto, diferente. La naturalidad, la capacidad de improvisación, la estampa torera, la inspiración, el sentimiento. Lo único es que, rememorando la célebre parábola de los talentos, el que está dotado de los mismos, debe rentabilizarlos. Y así lo hace Morante

Los toros de Jandilla, de buena presentación, dieron un juego variado. Todos tuvieron su fondo de raza e interesaron.

Con mucho cuano y plaza el primero, de justas defensas, que se empleó en el capote aunque echando las manos por delante. Cumplió en varas, aunque salió del peto perdiendo las manos. Quiso más que pudo. Tuvo la virtud de humillar y de querer seguir las telas, aunque por la falta de fuerzas no tuvo entrega, y tropezó en demasía los engaños, quedándose corto. 

Más terciado el segundo, que metió los riñones y empujó hasta derribar al picador. Luego se salió suelto y provocó cierto desbarajuste en el ruedo, cuando se le debía haber picado por el que hacía la puerta, que para eso estaba. Repetidor, encastado y con picante, soltó algo la cara pero tuvo fondo  y transmisión. También tenía su cuajo el astiblanco tercero, que no se definió en el capote. Tampoco se empleó varas y llegó al tercio final escarbando, aunque repitiendo las embestidas si bien tendió a cortar los viajes y soltar algo la cara. Humilló, pero se rajó pronto y se aplomó a mitad de la faena. Metió la cara entre las manos y dijo que nones.

El cuarto, sin mucho remate y enseñando las puntas, cortó los viajes de salida en el capote. Luego salió despavorido de dos encuentros con el picador de tanda, y tuvo que ser castigado por el que guardaba la puerta. Distraído, manso y sin definir, andarín y escaso de raza, duró muy poco. Al abrigo de tablas y a favor de gerencia, medio se dejó ayudado por su matador. Metió los riñones en varas y empiujó con fijeza el quinto Luego exhibió celo, bravura, transmisión, y repitió incansable las embestidas. Un excelente ejemplar. Y el castaño que  cerró plaza y feria regañó ante el peto. Con la muleta no regaló  ninguna embestida, aplomado y soltando la cara con brusquedad. Tampoco le ayudó mucho su matador

Morante de la Puebla manejó el capote con variedad, sabor y añeja torería. Tras una excelente media, llevó con torería al caballo a su oponente por chicuelinas, y luego firmó un quite por verónicas rematado con un media de cartel. Luego realizó una faena compuesta y torera, en la que corrió la mano con cadencia, compás y sentimiento. Siempre queriendo, exprimió las condiciones de su oponente. Mató de una estocada habilidosa y rinconera.

Brindó el cuarto al pintor Ripollés, al que firmó la faena en los terrenos de sol, justo en la puerta de cuadrillas. Torerísima apertura, abrochada por un extraordinario pase cambiado que fue un auténtico cartel de toros. La faena, en los adentros y a favor la de querencia del toro, tuvo variedad, improvisación, torería y anduvo muy por encima de las condiciones de su antagonista. Actitud y disposición. de torero queriendo y en racha, y que disfruta en la cara del toro. Mató de otra estocada baja habilidosa.

José María Manzanares, quién lució un espantoso vestido, interpretó a su primero un trasteo presidido por el empaque y la ligazón. Con todo, la obra estuvo algo ayuna de templanza y ajuste. Toreó en redondo con limpieza y profundidad, aunque no hubo acoplamiento con la mano izquierda. Una labor que llegó al público, pero a la que le faltó más unidad y remate. Mató de una estocada cortada en el sitio de la que rodó el toro sin puntilla.

El Soro tocó una diana floreada al comienzo de su faena al quinto. En este, el alicantino realizó un trabajo intenso, en el que muleteó con poder, ligazón, transmisión, profundidad y expresión. A los sones del pasodoble La concha flamenca, la obra fue subiendo en intensidad. Fue uno de los momentos cumbre de la tarde. Una excelente interpretación de la banda, y una excelente faena del espada. Eso sí, mató de una estocada desprendida.

Juan Ortega no termino de acoplarse de salida ante el tercero con el capote. Luego le firmó un quite por delantales de torería y sabor. Sabor que también tuvo el prólogo de su faena, que luego se perdió en un quiero y no puedo, en intentonas y al final se demostró que no querían ni toro ni torero. 

Tuvo impronta su saludo capoteriil al sexto, en el que dió dos lances y una media de ensueño. Luego anduvo por ahí con la muleta, en otro quiero y no puedo. Apenas dio algún muletazo compuesto y acompañando la embestida, pero se le vio a la deriva, poco convencido y desbordado por su antagonista. Afligido y sin ideas, dio una triste imagen. Tuvo un lote a contraestilo, pero debió estar mejor.

Cronica de E. Amat

Fotografias de Mateo de Tauroimagenplus.com