Manzanares, por fin, saldó su feria con éxito y pudo salir a hombros en su plaza.
Alicante, 24 de junio.
Cuarta de feria.
Casi tres cuartos de entrada.
Toros de Álvaro Núñez y El Pilar (segundo y sexto), terciados y de juego desigual.
Morante de la Puebla (de nazareno y azabache), bronca en los dos.
Manzanares (de marino y oro), ovación y dos orejas.
Pablo Aguado (de hoja seca y oro), ovación tras aviso y silencio.
Miguel de Clara
Foto: Antonio Vigueras
Transmisión, preñada de cierto grado de mansedumbre, es lo que tuvo en su embestida el castaño Miraflores, lidiado en quinto lugar. Esa condición la marcó en el caballo y la continuó con su querencia a tablas en banderillas. Ya en la muleta de Manzanares, aunque continuó buscando la huida, quedó seducido por el mando del alicantino. Manzanares, sobre todo al natural, cuajó series con profundidad y temple. Se impuso a la geniuda mansedumbre. Emocionó al público con su toreo. Remató su faena donde quiso el toro, en terreno de chiqueros, y la contundente estocada le valió las dos orejas que paseó en triunfo grande.
Su primero fue un toro de El Pilar al que templó y templó con el capote. También apretó para los adentros el de Moisés Fraile. La desconcertante embestida, propia de este hierro, imposibilitó que Manzanares hilvanara faena. Si acaso, sendas tandas en redondo y al natural. Volvió a errar con la espada, como sucediera en la primera corrida de las dos contratadas en esta Feria de Hogueras.
Pablo Aguado estuvo en torero. En el tercero de la tarde fue donde pudo lucirse más. Dejó constancia de su toreo clásico, lento y sin aspavientos con los adornos justos y justificados. Brindó la faena a Manzanares en un detalle que el público agradeció y se metió en faena para templar y mandar. Lástima que fallara con la espada, lo que le privó de trofeo.
La gente lo esperaba con ganas en el sexto tras la faena del alicantino. Lo intentó, pero ya desde que el toro salió de chiqueros se le quedó parado con el capote. De hecho, con dos pares de banderillas puestas el sevillano pidió el cambio de tercio que no concedió el presidente. Entendió perfectamente Aguado a su flojo oponente y arrancó la faena con logrados ayudados por alto. Siempre a media altura pero con ligazón cuando le dejaba el de El Pilar.
Morante de la Puebla, con el dolor reciente por la muerte de su padre, no tuvo su tarde. Desconfiado, y sin que su lote ofreciera la más mínima opción al lucimiento y con un peligro sordo, decidió abreviar en sus dos toros. Broncas de las de antes, aunque con algún desafortunado improperio que estuvo de más. En su segundo podría haberlo intentado pero no quiso. Estuvo como ausente durante toda la tarde. Quizá hoy se desquite el imprevisible diestro.
Cronica de Miguel de Clara
Fotografias de Antonio Vigueras






