El salón Sorolla del Ateneo Mercantil de Valencia, y con la organización de la Tertulia Taurina de esta entidad, fue marco de una conferencia titulada  “De verde y plata; la otra faena”. Fue impartida por el ex cirujano jefe de la plaza de toros de Valladolid, el doctor Antonio María Mateo Gutiérrez. El acto estuvo presentado por Francisco Roger, de la Tertulia Taurina del Ateneo y dirigió el posterior coloquio José Luis Benlloch, director de la revista Aplausos, todo ello con el doctor Fernando Carbonell, como padrino del acto.

El doctor Mateo, Cirujano Vascular y miembros de la SECT (Sociedad Española de Cirugía Taurina)  hizo su “último paseíllo” el pasado mes de septiembre en el vallisoletano coso del Paseo de Zorrilla, después de cincuenta años en un festejo en el que sonó el pasodoble que le dedicó el maestro Eugenio Gómez. Fue el 11 de septiembre y ese día atendió un percance sufrido por Tomás Rufo, quien ese día tomaba la alternativa.

Su entrada en el equipo médico de la plaza de toros de Valladolid, «La cuarta cuadrilla«, tal como califica al burladero de enfermería el doctor Mateo, tuvo mucho que ver con la cogida sufrida de José Mata en la plaza de Villanueva de los Infantes el 25 de julio de 1971, tras no poder ser atendido debidamente por falta de equipamiento médico con el que poder  intervenir el grave percance que sufrió. Falleció dos días después.

El doctor Mateo disertó sobre lo que ocurre en torno al hule cuando un diestro cae herido por las astas de un toro, y bajo el sugestivo título de «De verde y plata: la otra faena«. La primera cornada que intervino en Valladolid fue la sufrida por Julio Robles en 1972. A lo largo de una extensa, intensa, apasionante y  bien documentada exposición, con un sugestivo apoyo audiovisual, habló mucho y bien de muy diversos aspectos relacionados con la cirugía, la cultura y la tauromaquia.

Puso como ejemplos de graves cornadas vasculares las sufridas por toreros como Pepe Luis Vargas, Mariano de la Viña, Román, Gonzalo Caballero y el espontáneo de Albacete Fernando Elez. Y repasó muertes de toreros por traumatismos vasculares como Joselito El Gallo, Manolo Báez Litri, Gitanillo de Triana, Sánchez Mejías, Manolete, José Mata, José Falcón y Paquirri.  Y otros toreros con lesiones vasculares resueltas son Julio Robles, Manuel Escribano, José Tomás, Curro Vázquez, Juan Mora, Juan José Padilla o David Mora entre otros.

«El rito taurino no es simulación«, afirmó don Antonio Mateo, quien aseguró que el objetivo de los médicos es tratar de defender a los toreros de las consecuencias del riesgo que asumen en este ruto sacrificial, la gran verdad del toreo. En este sentido, hizo alusión a los anti taurinos, un repaso por la presencia de los toros en la cultura y citó la célebre anécdota protagonizada por Frascuelo con el actor Antonio Vico en Madrid año 1878. Cuando Vico le dijo que por qué no se arrimaba más, el torero granadino le contestó: «en la plaza se muere de verdad, y no de mentirijillas como en el teatro.»

Afirmó asimismo que los cirujanos taurinos desempeñan su trabajo por afición y pasión por la fiesta, no por dinero y que una de las servidumbres que tienen es la de estar expuestos a todo si las cosas no salen bien. Sobre todo porque muchos de los atendidos son personajes conocidos, aunque cuanto están en el hule son un herido más. Profundizó en el tema de la necesidad de una adecuada dotación de las enfermerías, un tema que empezó a ser mejor tratado a partir de la cornada mortal que sufrió Paquirri en Pozoblanco en 1984.

 Aludió con retranca a que se está poniendo cada vez más de moda la figura del “veedor de médicos” entre los toreros y que la misión de los médicos es la de tratar de salvar la vida al torero, y curarle de sus heridas. Los toros son los que matan, los galenos los que tratan de evitar la muerte y recuperar al herido.

Y posteriormente trazó un atractivo paralelismo entre las diversas fases del desarrollo de una corrida de toros y lo que sucede en la enfermería.

 A porta gayola llevan al espada herido a la enfermería para que sea atendido.

 Los lances de recibo son la recepción del herido en el recinto y su exploración.  En este sentido, también hizo referencia a los que él llama con sorna “entendidos”, toda esa pléyade de acompañantes del torero cuando éste entra en la enfermería y que incluso se permiten el lujo de tratar de explicar a los facultativos la gravedad de las heridas, las cornadas que a su juicio tiene el torero y otros comentarios fuera de lugar. Estos lances de recibo se deciden hacer siempre con tranquilidad y calma, a pesar de que a veces haya que actuar con mucha presteza. Es importante hablar con herido y tratar de despejar la enfermería, donde el único que de verdad ayuda es el mozo de espadas, para desvestir al torero.

Luego equiparó el tercio de varas y el puyazo con lo que significa la exploración digital de la herida. «Hay que meter el dedo para tratar de encontrar y detectar todas las trayectorias que ha recorrido el pitón del toro en la carne. Lo que yo llamo el puyazo digital, ya que la cirugía taurina es la cirugía de las trayectorias«, aseguró.

El tercio de banderillas lo asimiló  con las vías que hay que poner al herido para la anestesia y la sedación, para meter la sangre si hiciera falta, inyectar antibióticos y todo el tratamiento requerido para que el herido pueda ser debidamente atendido.

El brindis de los galenos no se hace al público, sino que se encomiendan al Cristo que preside la propia enfermería. Un brindis a Dios, y también por el torero al que están atendiendo.

La faena de muleta comienza con la apertura y exploración de las trayectorias. En este punto distinguió los ayudados por alto y por abajo, según donde esté situada la herida.

Una vez terminada la faena, los médicos ni son aplaudidos, ni dan la vuelta al ruedo, ni cortan orejas. Su triunfo es ver como el torero sana y poder verles reaparecer y triunfar en los ruedos.

Concluyó citando una frase del doctor José Rabadán: “Ser cirujano taurino es un sentimiento que consiste en poner orgullosamente tu experiencia y tu técnica al servicio de la tauromaquia.”

Entre los asistentes estuvieron presentes matadores de toros como Santiago López, Vicente Ruiz El Soro, Javier Vázquez, Víctor Manuel Blázquez, Tomás Sánchez y Pascual Javier, así como el novillero Francisco Perpiñán, los banderilleros Copetillo y José Manuel Montoliu, el empresario Emilio Miranda y un nutrido grupo de alumnos de la Escuela de Tauromaquia de Valencia.

No faltó el director del Centro de Asuntos Taurinos de la Diputación, Toni Gázquez, así como los doctores Fernando Carbonell y Daniel López Quiles y Pascual González Masegosa, cirujano jefe de la plaza de toros de Albacete y Presidente de Sociedad Española de Cirugía Taurina. Y no faltaron representantes de peñas taurinas y un gran número de aficionados.

Cronica de E. Amat

Fotografias de Mateo de Tauroimagenplus