Sábado 8 de octubre de 2022. Plaza de toros de  ValenciaUn tercio de entrada en tarde entoldada y ventosa.  Novillos de José Cruz, bien presentados y de juego más que notable. Fabian Castellani, de la escuela de Arles (blanco y plata), saludos. El Ceci, de la escuela de Castellón (negro y plata), saludos. Alejandro Chicharro, de la escuela de Colmenar (grana y oro), oreja tras aviso. Samuel Navalón, de la escuela de Albacete, (verde y oro), oreja tras dos avisos. Alberto Donaire, de la escuela de Valencia (nazareno y oro), vuelta tras dos avisos. Manuel Román, de la escuela de Córdoba (celeste y oro), saludos tras aviso.Entre las cuadrillas destacó con los  palos Víctor Sánchis. Presidió Luis Maicas.

Enrique Amat, Valencia

El alumno de la escuela de tauromaquia de Valencia, Alberto Donaire firmó  los momentos más toreros de la tarde en la novillada sin caballos que abrió la feria de la Comunidad. Y es que el torero de ascendencia riojana hizo honor a su apellido. Porque hizo gala de donaire y donosura. Según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, es la gracia, la elegancia y la desenvoltura en la forma de comportarse una persona. Y así lo hizo sobre el albero valenciano Alberto, quien se abrió un amplio crédito.

Tras la feria de julio, volvió la actividad a la plaza de toros de Valencia con esta miniferia que se ha organizado con motivo de la feria de la Comunidad Valenciana y del día del Pilar.

Ayer tocaba el turno a los alumnos de las escuelas de tauromaquia. Una novillada sin picadores con participación de aspirantes de hasta seis escuelas distintas. Sigue siendo plausible la iniciativa de programar festejos de promoción en los ciclos feriales, para dar oportunidades a los que empiezan.

Los novillos de José Cruz, bien presentados, y de juego más que notable, colaboraron para que los toreros mostrasen sus aptitudes y actitudes.

Bien hecho, cuajado y simpático por delante el primero, que se fue con alegría y prontitud a los engaños, galopando con clase y siempre obedeciendo a los toques. Un excelente ejemplar, Héroe de nombre, marcado con el número 40 y negro meano, que mereció los honores de la vuelta al ruedo.

También bien hechurado el segundo, al que le costó más embestir porque su matador tampoco le ayudó mucho. También tuvo tranco y prontitud el tercero, que tuvo el defecto de embestir algo rebrincado y soltando la cara, pero siempre fue para adelante, obedeciendo los toques.

Más cuajado el cuarto, al que le tuvieron que dar muchos capotazos en la lidia, porque parecía que las banderillas tenían algún defecto en los arpones y se cayeron más de la cuenta. Le costó romper hacia adelante y hubo que ir sacándole los muletazos uno a uno, y acabó refugiado en tablas, desentendido y defendiéndose.

Manejable y atemperado el bien presentado quinto, que también se fue a los engaños de largo, siempre queriendo aunque le faltó un tanto así de poder. Y el sexto, muy cuajado, embistió con cierta brusquedad y echando las manos por delante. Eso si, enrazado, siempre quiso.

Fabian Castellani, de la escuela de Nimes, muleteó con afanes, en una labor de largo metraje y rústica caligrafía en la que, molestado por el viento, dio muchos pases pero ayuno de clase. Labor de más cantidad que calidad, y por debajo de las excepcionales condiciones de su oponente.

 El Ceci, de la escuela de Castellón, se perdió en un trasteo interminable. Le costó mucho quedarse quieto, no se acabó de poner de verdad y por ahí anduvo queriendo poco y pudiendo menos. Al final de la faena logró  con todo algún natural de buena factura, pero todo quedó diluido en una faena sin relieve. Mató de una estocada muy baja.

Alejandro Chicharro, de la escuela de Colmenar, mostró oficio, sentido de la colocación y de las distancias. Cuajado y hecho, firmó una labor de ligazón, asentamiento y en la que siempre dejó la muleta en la cara del novillo tirando de él. Anduvo en torero capaz y preparado.

Samuel Navalón de la escuela de Albacete, hizo un excelente quite en el tercero. Luego se le vio como un espada que sabe manejar las telas, siempre presentando la muleta por delante, con ortodoxia y manejándola con temple. Su noviillo se le rajó, pero aún así fue capaz de buscarle las vueltas y  meterse en su terreno. Pecó, eso sí, de prolongar en demasía la faena, rematada con unas ajustadas bernardinas. Causó una muy buena impresión. Mató de un metisaca y una estocada.

Alberto Donaire, de la escuela de Valencia, firmó una torerisima apertura de faena a su antagonista. Soltura, sentimiento, templanza y expresión fueron los ingredientes de un trabajo de excelente concepto y firma rutilante. Cadencia, gusto, prestancia y apostura compusieron una labor de sobresaliente nota. Mató de una estocada, volcándose sobre el morrillo, de la que el novillo se amorcilló y un descabello. Mereció mayor premio. Con todo, visto lo visto, la oreja era lo de menos. La faena ahí quedó.

Manuel Román, de la escuela de Córdoba, venía precedido de buen ambiente. Pero defraudó, como sucedió días antes en Algemesí.Se mostró como un torero compuestito, que quiere hacer las cosas por la linea de la pinturería. Pero le cuesta un mundo quedarse quieto. Hizo una faena ligera, en la que acompañó mucho y sometió poco.

Cronica de E. Amat

Fotografias de Mateo de Tauroimagenplus.com

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