El banderillero Juan Rivera se cortó la coleta
Sábado, 12 de marzo de 2022. Plaza de toros de Valencia. Floja entrada en tarde fresca.. Novillos de Novillos de Valrubio y Valdeflores, (2 y 6) bien presentados, variados de pelaje y de juego manejable. Manuel Caballero (grana y oro), oreja tras aviso. Nek Romero (azul y azabache), saludos tras aviso. Aarón Rull (verde y oro), silencio tras dos avisos. Jarocho (malva y oro), oreja tras aviso. Lenny Martins (azul cielo y oro), silencio tras tres avisos. Joel Ramírez (nazareno y oro), tras aviso. Entre las cuadrillas destacaron las lidias de Juan Rivera y Jarocho Presidió Luis Maicas.
Enrique Amat, Valencia
Dos años después del último festejo formal en la plaza de toros de Valencia, de nuevo se volvió a abrir la puerta de cuadrillas del coso valenciano. Al igual que en el año 2020, se trató de una novillada sin picadores con la participación de alumnos de las escuelas de tauromaquia. Un festejo de promoción que sirvió de apertura al ciclo fallero. Esperemos que este año se pueda desarrollar todo con absoluta normalidad, por el bien de la fiesta, y el de la sociedad en general.
La nota emotiva surgió al final del festejo, cuando el buen torero de plata Juan Rivera se cortó la coleta. Así puso fin a la carrera de Quien fuera un novillero con una excelente proyección, matador de toros y un torero de plata y azabache quien destacó sobre todo actuando a las órdenes de Joselito.
En este primer festejo del serial, y para medir las aptitudes del sexteto de alumnos, se lidiaron astados de Valrubio y Valdeflores. Esta ganadería salmantina, con procedencia Vega Villar, envió un lote de astados en general bien presentados, variados en sus pelajes y que, sin estar sobrados de raza, sirvieron para que el sexteto intentase mostrar sus aptitudes..
El girón y calzado primero, muy noble y escaso de fuerza, quiso más que pudo. Tuvo las virtudes de obedecer, meter la cara, humillar y la fijeza. Tampoco tuvo mucha fuerza el jabonero segundo, que sin embargo siempre quiso tomar las telas con celo. El negro tercero, terciado aunque con su lustre, tivo transmisión, movilidad, celo y con el suficiente poder.
El castaño cuarto se desplazó si bien tuvo tendencia a salirse suelto. Sirvió, aunque se quedó bastante corto en los embroques. El girón quinto, sin mucha raza ni celo, se dejó y repitió las embestidas. Y el cierra plaza anduvo por ahí. Bien presentado y con más cuajo, también se dejó aunque no anduvo sobrado de raza.
Manuel Caballero, de la escuela taurina de Albacete e hijo del matador de toros del mismo nombre, se mostró como un torero preparado para mayores empresas. Puesto, con sitio, con oficio y conocimiento de la profesión, muleteó con templanza, llevando siempre muy enganchado a su oponente de los vuelos de los engaños. Firmó una faena de muy largo metraje coronada con una estocada.
Nek Romero, de la escuela taurina de Valencia, puso de manifiesto ser uno de los alumnos más destacados y con más proyección de su promoción. El joven espada de Algemesi lanceó con seguridad y banderilleó con espectacularidad. Luego abrió su trasteo en el platillo con pases cambiados. Y trasteó con buen aire, en una labor más que suficiente y de torero preparado, pero que no tuvo remate con los aceros.
Aarón Rull, de la escuela taurina de Castello, se fue a la puerta de chiqueros a saludar a su oponente. Luego le dió dos faroles de rodillas y firmó una faena de larguísimo metraje y escaso mensaje. Muleteó con voluntad y tesón, pero su travajo no acabó de tomar vuelo. Mató a la última.
Jarocho, de la escuela taurina de Salamanca, lanceó con templanza y pareó con mucha voluntad aunque desigual acierto. Su apertura de faena, genuflexa, tuvo impronta. Luego firmó una faena de coletudo puesto, solvente, sobrado de recursos y muy por encima de las condiciones de su antagonista. Mató de una estocada trasera y tendida.
Lenny Martins, de la escuela de Beziers, es un espigado espada quien dió muchos muletazos, aunque escaso de valor, poco asentado y siempre perdiendo un paso antes de los embroques. Citó siempre fuera de cacho, escasamente convencido y demostró muy poca decisión. Oficio y poco más. Pasó las de Caín con los aceros, dando tiempo a que sonaran los tres avisos, aunque tuvo la suerte de que el novillo doblase cuando sonaba el tercer recado.
Joel Ramírez, de la escuela taurina José Cubero Yiyo de Madrid, se mostró como un torero enterado y con oficio. Tiene recursos, sabe estar en la cara del astado. Aunque sin mucha profundidad, resolvió a base de recursos y conectó bien con el público. Manejó con desacierto las armas toricidas.
Cronica de E. Amat
Fotograqias de Mateo de Tauroimagenplus.







